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La mamadre

La mamadre


La mamadre viene por ahí,
con zuecos de madera. Anoche
sopló el viento del polo, se rompieron
los tejados, se cayeron
los muros y los puentes,
aulló la noche entera con sus pumas,
y ahora, en la mañana
de sol helado, llega
mi mamadre, doña
Trinidad Marverde,
dulce como la tímida frescura
del sol en las regiones tempestuosas,
lamparita
menuda y apagándose,
encendiéndose
para que todos vean el camino.

Oh dulce mamadre
-nunca pude
decir madrastra-,
ahora
mi boca tiembla para definirte,
porque apenas
abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
la santidad más útil:
la del agua y la harina,
y eso fuiste: la vida te hizo pan
y allí te consumimos,
invierno largo a invierno desolado
con las goteras dentro
de la casa
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero
cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes.

Ay mamá, ¿cómo pude
vivir sin recordarte
cada minuto mío?
No es posible. Yo llevo
tu Marverde en mi sangre,
el apellido
del pan que se reparte,
de aquellas
dulces manos
que cortaron del saco de la harina
los calzoncillos de mi infancia,
de la que cocinó, planchó, lavó,
sembró, calmó la fiebre,
y cuando todo estuvo hecho,
y ya podía
yo sostenerme con los pies seguros,
se fue, cumplida, oscura,
al pequeño ataúd
donde por primera vez estuvo ociosa
bajo la dura lluvia de Temuco.

Pablo Neruda (1.904 - 1.973)
.

Enseñarás


Enseñarás


Enseñarás a volar...pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar...pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir...pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a cantar...pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar...pero no pensarán como tú.
Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, 
sueñen, vivan, canten y piensen...
¡Estará en ellos la semilla del camino enseñado y 
aprendido!

Madre Teresa de Calcuta


Poema dedicado al día de la madre y en especial a la mía
.

Poema a la madre

Poema a la madre




Yo fui medio consentido
por ser el hijo menor
y ya mi hermano el mayor
me decía: "el preferido".
¡Razones habrá tenido!
Cada vez que me corría,
detrás de ella me ponía
y ya estaba defendido...

Cuando el viejo me mandaba
a la cama sin comer
la veía aparecer
fingiendo que se enojaba,
y a escondidas me pasaba
la parte mía en un plato.
-"Y en la próxima... te mato"
me decía... y lagrimeaba...

El gesto se lo pagaba
con versos a las visitas,
que al grito de: ¡ monadita!···
contra el pecho me estrujaban.
¡Y la frente me arañaban
con aquellos prendedores
que formaban corazones
con la flecha atravesada!...

Aquel delantal mojado
de lavar en la pileta,
que retorcía de inquieta
porque alguno había avisado
que el hijo se había peleado
con otro chico en la esquina...
¡Y yo al rato aparecía
con un ojo "empavonado"!...

Me acuerdo cómo quedó
la vez del pantalón largo...
¡Fue un momento mas amargo!...
Me miraba... me tocó...
decía: -¡Como creció!..
Si ayer lo hacía dormir...
Y al quererme sonreír,
el llanto la traicionó!...

Igual que todos, creí
que sabia demasiado.
Por unos labios pintados,
de al lado de ella me fui,
y aquel día en que volví
arruinado...y se lo dije,
en vez de pegarme un bife
se puso a rezar por mi.

¡Cómo castiga la vida!
¡Como traiciona la gente!
¡Como se dobla la frente
por un plato de comida!
No hay uno que no te pida
su parte por un favor,
y se calcula el valor
que pueda tener tu herida. ··

Solo ella es quien comprende
el dolor de tu mirada
porque su vista cansada
desde chicos nos entiende;
solo ella te defiende,
porque sos su misma sangre,
y sólo te da la madre
la amistad que no se vende..

Yo quería hacerle un verso
como ella lo merece
y lo empecé varias veces
y no salgo del comienzo....
Es que a una madre, yo pienso,
¿que se le puede escribir?...
¡Solo se puede decir
en la grandeza de un beso!

Jorge Francisco Stanley (1.942 -1.999)
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