Triste, muy tristemente

Triste, muy tristemente


Un día estaba yo triste, muy tristemente 
viendo cómo caía el agua de una fuente. 

Era la noche dulce y argentina. Lloraba 
la noche. Suspiraba la noche. Sollozaba 
la noche. Y el crepúsculo en su suave amatista, 
diluía la lágrima de un misterioso artista. 

Y ese artista era yo, misterioso y gimiente, 
que mezclaba mi alma al chorro de la fuente.

Rubén Darío (1.867 - 1.916)

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